La
tendencia general en la escuela es tratar a todos los alumnos como si fuesen
iguales. Es un error. Pero, en el caso de los niños con Síndrome de Asperger
(SA), todavía lo es más. El personal de la escuela debería hacer un esfuerzo
por individualizar el trato y conocer las diferencias y necesidades de cada
niño.
Todos
aquellos que van a estar en contacto con el niño con SA deben saber que se
trata de una alteración del desarrollo que le hace comportarse y ver el mundo
de forma distinta a sus compañeros.
En 1944,
Hans Asperger describía así a sus pacientes: «Estos niños presentan a menudo
una sorprendente sensibilidad hacia la personalidad de sus profesores....
Pueden ser enseñados, pero solamente por aquellos que les ofrecen una
comprensión y un afecto verdaderos, gente que les trata con cariño y también
con humor.... La actitud emocional subyacente del profesor influye, de modo
involuntario e inconsciente, en el estado de ánimo y comportamiento del niño».
Hay
una serie de principios generales que deben
aplicarse en las escuelas a la mayoría
de niños con AS, según expone Stephen Bauer:
· Las rutinas de las clases
deben ser tan consistentes, estructuradas y previsibles como sea posible. A los
niños con Asperger no les gustan las sorpresas. Deben ser preparados de antemano,
cuando sea posible, frente a cambios y transiciones tales como cambios de
horarios, días de vacaciones, etc.
· Las reglas deben aplicarse
con cuidado. Muchos de estos niños pueden ser bastante rígidos a la hora de
seguir las "reglas", que se aplican literalmente.
· El profesorado debe
aprovechar al máximo las áreas de interés especial del niño. El niño aprenderá
mejor cuando figure en su agenda una de sus áreas de alto interés. Los
profesores pueden conectar de modo creativo los intereses del niño con el
proceso de aprendizaje. También se puede recompensar al niño con actividades
que sean de interés para él cuando haya realizado de forma satisfactoria otras
tareas, haya obedecido correctamente las reglas establecidas o se haya
comportado correctamente.
· La mayor parte de los
estudiantes con Asperger responden muy bien al uso de elementos visuales: horarios,
esquemas, listas, dibujos, etc. En este aspecto, se parecen mucho a los niños
con trastornos generalizados del desarrollo (PDD) y autismo.
· En general, hay que intentar
que las enseñanzas sean bastante concretas. Se trata de evitar un tipo de
lenguaje que pueda ser malinterpretado por el niño con AS, tal como sarcasmo,
discursos figurativos confusos, modismos, etc. Hay que intentar romper desbrozar
y simplificar conceptos y lenguaje abstractos.
· Las estrategias de enseñanza
explícitas y didácticas pueden ser de gran ayuda para que el niño aumente su
capacidad en áreas "funcionales ejecutivas", tales como organización
y hábitos de estudio.
· Hay que asegurarse de que el
personal del colegio fuera del aula (profesores de gimnasia, conductores de
autobús, monitores de la cafetería, bibliotecarios, etc., estén familiarizados
con el estilo y las necesidades del niño y hayan recibido un entrenamiento
adecuado para tratarlo. Los entornos menos estructurados, donde las rutinas y
las reglas son menos claras, tienden a ser difíciles para el niño con AS.
· Hay que intentar evitar
luchas de poder crecientes. A menudo, estos niños no entienden las muestras
rígidas de autoridad o enfado, y se vuelven ellos mismos más rígidos y
testarudos si se les obliga a algo por la fuerza. Su comportamiento puede
descontrolarse rápidamente, y llegados a este punto, es mejor que el
profesional de marcha atrás y deje que las cosas se enfríen. Es siempre mejor
anticiparse a estas situaciones, cuando sea posible, y actuar de modo
preventivo para evitar la confrontación, mediante la calma, la negociación, la
presentación de alternativas o el desvío de su atención hacia otro asunto.
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